Mis reflexiones sobre Lausana 4
Reflexiones de Lausana 4, Seúl – Incheon
Hablar de Lausana en algunos contextos tiene un gran peso
histórico, sin embargo, en la mayor parte de la iglesia el nombre del
Movimiento de Lausana no tiene ningún significado, aunque en la práctica ha
influido en la formación de la iglesia evangélica.
Haber estado en Lausana, ha sido un regalo de Dios, desde
que conocí el Movimiento y su impacto en mi época de estudiante había querido
formar parte para aprender de otros en la iglesia global. A lo largo de los
años en mi servicio en América Latina, Dios me abrió la oportunidad de servir
en Lausana, en México y en la región, se han dado diversos espacios para que
pueda participar y crecer como líder joven latinoamericano.
En este caminar, he descubierto que como toda organización o
Movimiento eclesiástico Lausana tiene sus virtudes y sus deficiencias, en
muchos sentidos está incentivando el desarrollo de nuevo liderazgo y hablando
de temas que pocas veces se abordan en las iglesias y, por otro lado, la
influencia de occidente sigue siendo muy visible y de mucha influencia en el
movimiento.
En la época que estamos viviendo de transición en la iglesia
global, ente el norte y sur global, la iglesia se encuentra el desafío de
adaptarse a una nueva realidad y mucho del status quo está cambiando, esto
lleva a que el poder se reparta y no se concentre en un grupo o zona geográfica
del mundo, sin embargo, la resistencia al cambio está presente, como en todo
movimiento global.
En Lausana 4 el tema central fue la colaboración, un tema
pertinente para esta realidad antes descrita, sin duda, la iglesia requiere
esta nueva colaboración para que juntos podamos mostrar a Cristo en el mundo.
Los esfuerzos que se han dado han sido muy significativos, como iglesia global
se vio un esfuerzo para incentivar esa colaboración. Sin embargo, como se habló
en algunas de las ponencias, sin un arrepentimiento genuino de todas las partes
involucradas, será difícil avanzar en este tema.
La reacción que vivimos a algunas de las ponencias que se
dieron por exponentes del sur global, no le gustó al occidente y en un esfuerzo
por silenciar y mostrar su poder económico, pidieron a Lausana enviar una
disculpa por lo que se había dicho desde el escenario. Una muestra que las
voces del sur global pueden ser escuchadas siempre y cuando estén alineadas a
los intereses de aquellos que tienen el poder económico.
Lo que paso en el escenario, como escribió Harold Segura,
contrasta con lo que pasaba en los pasillos. Ese “orden en la sala podría
llevar a creer que existe uniformidad en el grupo; que las teologías
evangélicas se han alineado con las expectativas, bastante conservadoras, de
quienes organizaron el congreso. Pero no es así. En los momentos informales,
aflora la libertad y se hacen evidentes las diferencias.”
Pienso que en este espacio de Lausana 4, hizo falta
reflexionar más en Hechos 15, en la enseñanza que nos dejó la iglesia de poder
hablar las cosas, de poder decir algo no está bien, ¿cómo podemos seguir
avanzando? Modelar espacios de diálogo en un mundo que lo ha olvidado, puede
ser un legado especial en este tiempo, modelar que la iglesia no es homogénea,
pero puede trabajar en conjunto en medio de la diversidad, puede ser un mensaje
poderoso en estos tiempos difíciles.
Si bien, Lausana 4 ha buscado la colaboración y el programa
dio mucho espacio para ello. Dentro del programa no se dio espacio para la
reflexión y el diálogo. No se dio espacio para abordar los temas difíciles que
están impactando la iglesia. Quisimos enfocarnos en las flores, quisimos ser
abejas por una semana, olvidando que hay “estiércol” en el jardín, que las
realidades en algunas áreas de la periferia del jardín están comenzando a
podrirse, que algunas áreas donde antes había flores están comenzando a haber
cementerios, que el jardín no está homologado, que hay zonas que han sido más
procuradas que otras y que en algunas el agua es escasa.
En medio del dolor que pasa el jardín, en medio de estas
realidades donde parece que la muerte ha llegado, hay una frase que sigue
resonando en mi interior, una frase que ha mantenido a las comunidades de base
de América Latina en tiempos difíciles. “Quisieron enterrarnos, pero no sabían
que éramos semillas”.
Al reflexionar en esta semana, no me gustaría ser solo mosca (acorde a lo que nos dijeron en el escenario). En medio
de estas realidades complejas y los errores que tuvimos como iglesia, también
hay mucha esperanza. También hay notas de belleza que tengo que celebrar y
reconocer.
Reunir a 5,000 personas de todo el mundo es en sí un motivo
de celebración, ver que en cada región la iglesia sigue presente nos anima a
continuar, escuchar que la generación Z estaba presente y que sigue buscando
influir es una bendición, aprender de las generaciones que han dejado un legado
nos recuerda que el trabajo que hacemos no es algo nuevo, “estamos parados en
los hombros de muchos que han caminado delante de nosotros”.
Lausana 4 también ha sido un momento de encuentros, un
momento de tensiones, sí, pero de poder ver que, a pesar de ello, seguimos
siendo familia, que, en medio de las diferencias y nuestras compresiones de la
fe, Cristo sigue siendo anunciado. Habrá mucho que la historia seguirá
escribiendo sobre lo que este encuentro ha significado para la iglesia, por
ahora solo podemos reflexionar en lo que ha sido para aquellos que hemos
participado y encontrado que Dios sigue amando a su iglesia a pesar de nuestras
fallas.
Mi oración se suma a la oración de muchos “Que la iglesia
proclame y exhiba a Cristo juntos”.
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